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Teotihuacan





Arquitectura

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Vista de la calzada de los Muertos desde la cumbre de la pirámide de la Luna, en Teotihuacán.

La traza urbana está esbozada sobre un modelo cuadricular y organizado en una división cuatripartita simbólica, un modelo común en toda Mesoamérica que hace referencia al concepto cosmogónico de los cuatro rumbos (puntos) del universo. En torno a esta planificación, se encuentra la columna vertebral de la ciudad, es decir, la gran vía o calzada de los muertos. Consta de 4000 metros (4 km) de longitud y su eje está desviado ligeramente hacia el noreste, 15°30′ respecto al norte geográfico.

A lo largo de la gran vía se encuentran los edificios más importantes destinados a templos, palacios y casas de personajes de alto rango. Allí están, además de las dos grandes pirámides, la Casa del Sacerdote, el palacio de Quetzalpapalotl (Quetzalmariposa), el palacio de los Jaguares, la estructura de las caracolas emplumadas, el templo de Quetzalcóatl, la ciudadela y muchas edificaciones más que en su día fueron de gran belleza. En uno de los aposentos se descubrieron pisos construidos con dos capas de láminas de mica de 6 cm de espesor, que fueron cubiertas más tarde con tezontle. El visitante puede contemplar esta curiosidad siempre que se lo pida al guardia del recinto.

Los grandes basamentos

Tienen un núcleo hecho de adobe. Después fueron revestidos de estuco y de piedra y añadieron un friso adornado con relieves geométricos se construyeron como basamento de un templo que se hallaba en la plataforma. Los españoles que llegaron en el siglo XVI, todavía alcanzaron a ver los ídolos del Sol y de la Luna.

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Vista de la pirámide del Sol. Se observa en primer plano el conjunto arquitectónico que servía para controlar el acceso a la pirámide.

Pirámide del Sol

La pirámide del Sol es el mayor edificio de Teotihuacán y el segundo en toda Mesoamérica, sólo detrás de la Gran Pirámide de Cholula. Por sus considerables dimensiones se puede observar a varios kilómetros de distancia. Tiene una altura de 63 metros, con una planta casi cuadrada de aproximadamente 225 metros por lado, por lo que suele compararse con la pirámide de Keops en Guiza (Egipto).

El edificio consta de cinco cuerpos troncocónicos superpuestos y una estructura adosada de tres cuerpos que no alcanzan la altura de la primera plataforma. La pirámide del sol se ubica en la banda oriental de la calzada de los Muertos, prácticamente alineada en forma perpendicular con esta vía. La imagen actual de la pirámide corresponde a la restauración realizada por Leopoldo Batres entre 1905 y 1910, pues como parte de la conmemoración del Centenario de la Independencia de México se habilitaron varios edificios de la ciudad para convertirlos en un atractivo turístico. La restauración de Batres ha sido criticada posteriormente por apresurada e incompleta,​ amén de que se realizó sobre concepciones de la arquitectura mesoamericana basadas en los modelos egipcios.

En los inicios de Teotihuacán, el sitio donde se encuentra la pirámide del Sol correspondía a una especie de muro con base de talud y desplante vertical sin asociación a otras estructuras. El uso que tuvo esta estructura se desconoce, aunque Sugiyama plantea que pudo servir para delimitar un espacio sagrado. La pirámide del Sol tuvo dos etapas constructivas, durante la primera prácticamente alcanzó las dimensiones que tiene actualmente. El uso de la pirámide del Sol y el significado que tuvo para los habitantes de Teotihuacán permanece como una incógnita.

En 1971 Jorge Ruffier Acosta encontró un túnel bajo la pirámide, cuyo acceso se encuentra frente a la plataforma adosada. Los primeros investigadores del túnel ―al que se llama también “cueva sagrada”― supusieron que se trataba de una caverna natural que fue empleada con propósitos rituales, lo que explicaría la construcción del monumento sobre ella. Sugiyama y su equipo han demostrado que la cueva fue cavada completamente por humanos. La estructura del túnel recuerda a las tumbas subterráneas de Occidente pues el acceso se lleva a cabo a través de un tiro de 6.5 metros. La cavidad se prolonga hacia el este por aproximadamente 97 metros, al final del túnel―que prácticamente coincide con el centro del edificio― se encuentra una cámara de cuatro lóbulos que, de acuerdo con la hipótesis de Sugiyama, pudo contener una tumba real.

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Vista de la pirámide de la Luna desde el sur de la plaza del mismo nombre.

Basamento piramidal de la Luna

La pirámide de la Luna es uno de los edificios más antiguos de Teotihuacán. Durante el siglo XIX también se conoció como Meztli Iztácual, nombre que Manuel Orozco y Berra recoge en su obra, donde sostiene la hipótesis decimonónica de que Teotihuacán fue una ciudad tolteca.​ Su forma final la adquirió después de siete etapas constructivas. Tiene una planta aproximadamente cuadrada de 45 metros por lado. Es de tamaño menor que la Pirámide del Sol, pero se encuentra a la misma altura por estar edificada sobre un terreno más elevado. Su altura es de 45 m. Junto a esta pirámide se encontró una estatua llamada Diosa de la Agricultura que los arqueólogos sitúan en época tolteca primitiva.

Esta pirámide se encuentra situada muy cerca de la del Sol, cerrando por el norte el recinto de la ciudad. Desde su explanada se inicia el recorrido del eje principal conocido como Vía o Calzada de los Muertos.

La Ciudadela y la pirámide de la Serpiente Emplumada

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Vista de La Ciudadela hacia el norte desde la plataforma adosada al Templo de Quetzalcóatl.
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Reconstrucción de la pirámide de la Serpiente Emplumada en el Museo Nacional de Antropología.
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Vista frontal del santuario de la serpiente emplumada

La ciudadela es un conjunto arquitectónico localizado en la banda poniente de la calzada de los muertos, al sur del curso del río San Juan. El conjunto forma una gran plaza cuadrangular hundida de aproximadamente 400 metros por lado y fue construido durante la fase Miccaotli, entre los años 150 y 250 d. C.​ El conjunto de La Ciudadela comprende también la pirámide de la Serpiente Emplumada, a la que rodean trece templos secundarios construidos sobre una plataforma. Detrás del templo de las Serpientes Emplumadas se encuentran dos conjuntos habitacionales que pudieron estar reservados para la élite teotihuacana. En el centro de la plaza se encuentra un adoratorio con cuatro escalinatas que daban acceso a la plataforma. La Ciudadela se convirtió en el centro político, cultural y económico de la ciudad de Teotihuacán, sitio que había correspondido al conjunto de la pirámide del Sol hasta entonces. Las causas de ese desplazamiento del centro de la ciudad son desconocidas, pero podría haberse debido a factores políticos.

La pirámide de la Serpiente Emplumada se halla a una cierta distancia de las dos grandes pirámides, en la Calzada de los muertos. Fue un descubrimiento arqueológico de 1920. Estaba soterrado por una pirámide de paredes lisas, sin ningún tipo de ornamentación.

En un principio se pensó que las esculturas que acompañan a las cabezas de serpiente emplumada, se trataban de representaciones de Tlalóc, sin embargo se tratan de Cipactli, que quiere decir cocodrilo, este personaje fue muy importante, ya que con él se representaba el primer día con el que se iniciaba el calendario lunar de 260 días. Es por eso que el templo de Quetzalcoatl, pudo haber sido un templo edificado al Tiempo.

En noviembre de 2010, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia enviaron un vehículo robot, llamado Tlaloque I y diseñado por el Instituto Politécnico Nacional, para explorar un túnel estrecho, a 8 metros de profundidad y de aproximadamente 100 metros lineales de fondo, ubicado justo debajo del templo. Al hacer uso de un georradar, se llegó a la conclusión de que dicho túnel lleva a 3 cámaras donde los investigadores suponen se hallan los restos de algunos personajes importantes de Teotihuacán. De acuerdo con la arqueóloga Verónica Ortega: «Lo primero que hubo para hacer adoración en Teotihuacán fue este túnel y posteriormente pusieron un lugar ya sagrado, ahí se construyó la Pirámide del Sol […] El recubrimiento es totalmente de lodo, [los teotihuacanos] tratan de dar una apariencia lisa a estos muros, probablemente para que las personas que se introdujeran aquí no se dieran cuenta de que seguía el túnel». Previamente, este lugar había sido hallado por la cultura mexica y, más recientemente, en los años 1970, aunque en este último no se realizaron mayores hallazgos.

Palacio de Quetzalpapálotl

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Columna en el palacio de Quetzalpapálotl.

El palacio de Quetzalpapálotl (del náhuatl: quetzalli-papálotl ‘Mariposa-quetzal, mariposa de plumas, mariposa preciosa’) es una edificación que fue vivienda de la élite teotihuacana. Más específicamente, se ha propuesto que fue la residencia de los principales sacerdotes de Teotihuacán. El palacio de Quetzalpapálotl se localiza en el ángulo suroeste de la plaza de la Luna, detrás de la estructura 5 de este conjunto. Para acceder a su interior hay que subir una escalinata custodiada por unos jaguares. Desde la plataforma sobre la que se encuentra el edificio es posible descender al patio central del palacio. Este espacio está rodeado por pórticos que enmarcan los accesos a las cámaras interiores del palacio. Las columnas de piedra están talladas profusamente con representaciones de mariposas y plumas de quetzal, de ahí el nombre del palacio. En el tiempo que estuvo en funciones esta edificación, los relieves en las columnas fueron policromados. Los muros interiores estuvieron decorados con motivos relacionados con el culto a la divinidad del agua. Una de las subestructuras de este edificio es el patio de los Jaguares. Los muros de esta sección están decorados con escenas que representan a jaguares que portan penachos de plumas de quetzal y, frente a ellos, representaciones de caracoles marinos y corazones humanos.

Avenidas principales

Tal como está configurada se puede deducir que tuvo un cuidadoso trabajo de planificación. Se aprecian cuatro zonas o ejes principales. De norte a sur se extiende la avenida principal, la calzada de los Muertos. Recientemente se descubrió perpendicular a ella el otro eje, constituido por dos calles que atraviesan la Ciudadela y que no son visibles en la actualidad. Los arqueólogos las han llamado Avenida Este y Avenida Oeste.

La ciudad estaba bien diferenciada en barrios y centro de ceremonial religioso, donde se encontraban los edificios de actividades administrativas y los grandes palacios, además de los templos y las grandes edificaciones (pirámides).

Los sacerdotes tenían un papel destacado tanto en la religión, como en la administración. Los arquitectos y los artistas eran bien considerados y tenían talleres especializados. En cuanto al cuerpo militar, se conoce muy poco, se sabe que no era una sociedad militarista, aunque en la época final aparecieron con más frecuencia las representaciones de militares en la pintura mural.

Vivienda

Es usual que la zona residencial de Teotihuacán quede fuera de cualquier tipo de análisis. Sin embargo, esto no implica la inexistencia de la misma ni mucho menos, la falta de inteligencias arquitectónicas fuera de la escala urbana.

Todo el entorno del centro ceremonial de esta ciudad estaba densamente poblado por variados grupos de sacerdotes, artesanos, alfareros y peones que edificaron la ciudad. La vivienda teotihuacana, estaba sumergida en una densa trama ortogonal compuesta por un gran número de pequeñas calles que conectaban plazoletas de menor escala y otros puntos importantes de esta red. Esto, da cuenta a su vez de la forma de vida urbana que llegó a desarrollarse en este lugar.

La vivienda aparece como un reflejo de esta realidad urbana en la que se encuentra y presenta a su vez un profundo entendimiento del sitio. La mayoría de estas están conformadas por un patio central alrededor del cual se encuentran las habitaciones en desnivel respecto del mismo. Este no solo cumple la función de iluminar y ventilar, sino también de recoger los desagües para evacuarlos al sistema de drenaje urbano. Por otro lado los techos, presentaban un diseño particular que permitía captar las aguas y conducirlas a pequeños reservorios de agua.

En las viviendas de mayor tamaño, la inexistencia de puertas y ventanas es resuelta a partir de una serie de patios de menor escala que permiten privacidad así como también una íntima relación con el espacio exterior. En total, se calcula un aproximado de 2 000 viviendas conjugadas en considerables estructuras rectangulares en toda la extensión de la ciudad.[13]

Artes

Pintura mural

Teotihuacán es una de las ciudades prehispánicas que más pintura mural conservan, importantes ejemplos se pueden encontrar en Tepantitla, Tetitla, Atetelco, la Ventilla o en el Museo de Murales Teotihuacanos Beatriz de la Fuente, nombre de la fundadora del proyecto. La pintura mural prehispánica en México de la UNAM, que desde 1990 registra en fotografías los murales de este sitio. En los estudios sobre la pintura mural prehispánica dirigidos por De la Fuente se explica que la interdependencia entre pintura artesanal, por la disposición que estos tiene en los espacios arquitectónicos y las escenas las describe básicamente como mitológicas. La pintura teotihuacana se localiza en el exterior de los edificios en los taludes y los tableros de los basamentos piramidales y en el interior, en los pórticos y en los cuartos y corredores. Según Sonia Lombardo, investigadora de dicho proyecto, las primeras obras pictóricas datan de la fase Micaotli (150-200 d. C.).

Teotihuacán mítico

Una parte de las controversias historiográficas del sitio es la identificación y separación de los conceptos de Teotihuacán mítico a comparación del Teotihuacán arqueológico, lo que ha desembocado en la formulación de varias teorías importantes conforme al estudio de los términos. También entre las tradiciones mexicas —del posclásico—, se encontraba el llevar a cabo ceremonias de consagración religiosa de los tlatoque en un recinto identificado con el mismo nombre.

Entre otras cuestiones, se define al lugar mítico como al que acudían los primeros habitantes de Tamoanchan para adorar a los dioses y donde ocurrió el nacimiento del Quinto Sol (Nahui Ollin). Así lo atestiguan, entre otros, los informantes nahuas de Bernardino de Sahagún: argumentaban que allí se efectuó el nacimiento del sol (sacrificio de Nanahuatzin) y de la luna (sacrificio de Tecuciztécatl).

Cuando aún era de noche,
cuando aún no había día,
cuando aún no había luz,
se reunieron,
se convocaron los dioses
allá en Teotihuacán.
Dijeron,
hablaron entre sí:
«¡Venid acá, oh, dioses!
«¿Quién tomará sobre sí,
«quién se hará cargo
«de que haya día,
«de que haya luz?» Fuente: Primeros memoriales, B. de Sahagún.

Fue también el padre Sahagún quien recogió de boca de los mexicas la leyenda que habla sobre la creación del Sol y la Luna, los dioses a quienes están dedicadas las dos magníficas pirámides. Dice así:

Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacán y dijeron, ¿Quién alumbrará el mundo? Un dios rico (Tecuzitecatl), dijo yo tomo el cargo de alumbrar el mundo. ¿Quién será el otro?, y como nadie respondía, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso (Nanahuatzin). Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso (que se llamaba Nanauatzin), ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas. A la media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se metiera dentro. Pero tuvo miedo y se echó para atrás. Lo intentó de nuevo y volvió para atrás, así hasta cuatro veces. Entonces le tocó el turno a Nanauatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, le imitó. A continuación entró un águila, que también se quemó (por eso el águila tiene las plumas hoscas, color moreno muy oscuro o negrestinas, color negruzco); después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó el resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche.

Esta leyenda explica así mismo el origen del nombre Teōtihuácān ‘lugar donde fueron hechos los dioses’, ya que de acuerdo con la leyenda es ahí donde dos dioses, el sol y la luna, empezaron a ser dioses (náhuatl teōti ‘ser [un] dios’, teōtia ‘convertir [a alguien] en [un] dios’, teōtihua ‘ser transformado en dios’).

Según la leyenda, sería en Teotihuacán donde los dioses habrían nacido. En este lugar donde el Sol y la Luna se elevaron hacia el cielo, como testimonian las dos pirámides que les consagraron. No es asombroso que todas las civilizaciones de la meseta mexicana dijeran descender de la civilización de Teotihuacán. El sitio es grandioso y tan imponente que parece realmente haber sido construido por dioses.

Pero no sabemos casi nada de los hombres que poblaron esta ciudad en el siglo II de nuestra era. La ciudad contaba con más de 100.000 habitantes en su apogeo. Teotihuacán fue destruida en el siglo VII, sin que se sepan las razones. La ciudad estaba desprovista de fortificaciones y las pinturas descubiertas no presentan ningún rastro de violencia.

Sin embargo, Teotihuacán habría influenciado mucho al área mesoamericana. Todas las civilizaciones avanzadas de la región incorporaron el estilo Teotihuacán a su arquitectura, como testimonian las representaciones de Quetzalcoatl, la famosa “serpiente emplumada” que se encuentra prácticamente en todos los sitios arqueológicos de México y Guatemala.

Sociedad según las fuentes

Y lo llamaron Teotihuacán,
porque era el lugar donde se enterraban los señores,
antes que hubiese días ni años,
estando el mundo en gran oscuridad,
Pues según decían:
«Cuando morimos,
«no en verdad morimos,
«porque vivimos, resucitamos,
«seguimos viviendo, despertamos.
«Esto nos hace felices».
Decían:
«Se hizo allí dios»,
quiere decir que allí se murió…
Fuente: Primeros memoriales, B. de Sahagún.

De acuerdo con las fuentes coloniales, los nahuas pensaban que Teotihuacán fue construida por los quinametzin, una raza de gigantes que pobló el mundo durante la era anterior y cuyos sobrevivientes se encontraban ocultos. Los templos, las pirámides de la ciudad eran imaginados como las tumbas de los señores que fundaron la ciudad, un lugar sagrado donde al morir y ser enterrados, los hombres se convertirían en dioses.

Aun así, para los informantes de Sahagún, la identidad de los fundadores de Teotihuacán era desconocida. En la actualidad el debate aumenta si se toma en cuenta que la urbe estuvo situada en un enclave regional donde a lo largo de siglos existió una fuerte convergencia de grupos étnicos y lingüísticos que, según la evidencia arqueológica, influenciaron en cantidad a sus habitantes.

Exploraciones arqueológicas en Teotihuacán

Teotihuacán ha sido objeto de interés desde la época prehispánica de Mesoamérica. Las primeras excavaciones realizadas en el lugar corresponden al Posclásico mesoamericano (ss. X-XVI). Los mexicas excavaron la ciudad en busca de objetos preciosos que luego incluyeron en las ofrendas que colocaron bajo sus edificios. En las excavaciones en México-Tenochtitlan han sido rescatados varios de estos vestigios. Las excavaciones subterráneas, han continuado proporcionando información, de estructuras tan significativas como las pirámides del sol y de la luna.

Carlos de Sigüenza y Góngora dirigió en 1675 las primeras excavaciones arqueológicas en Teotihuacán, las primeras llevadas a cabo en México en el período virreinal.

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